"Se perdieron los valores" es una frase que oigo con alguna frecuencia y en distintos contextos; es como si existiera una nostalgia colectiva por un ser humano que ya no existe más. ¿Acaso hubo un momento y un hecho específico para que eso que llamamos valores haya desaparecido?
Los valores cambiaron cuando el dinero se puso por encima de todo; llegó el afán de conseguirlo, el delirio de mostrarlo, la ambición de acumularlo y el miedo a perderlo.
La creencia extendida es que el dinero lo soluciona todo y que sin dinero no es posible hacer nada; el dinero define lo que se hace y lo que no se hace.
Que gran contradicción que la mayoría de la población mundial diga creer en Dios desde tal o cual religión, cuando en realidad lo que se venera es el dinero y todo lo material que se puede obtener con él, en pequeña y gran escala.
Llevar un regalo a una fiesta ya no es problema, se meten unos billetes en un sobre y se soluciona; no tener tiempo para los hijos, la pareja o los amigos, también se soluciona con la billetera.
Hoy, todo está atravesado por el culto al dinero y es lógico porque estamos inmersos en tres túneles sin aparente salida: Capitalismo, Materialismo y Consumismo.
La buena noticia es que ese sistema basado en la ciencia mecanicista que todo lo pesa, lo mide y lo cuantifica, se está derrumbando y estamos entrando en otra Era, la de las ciencias del espíritu o espiritualidad científica, que transformará todas las creencias, no sólo las religiosas.
Primarán los valores del espíritu y despertará nuestra conciencia para equilibrar el uso de todos los recursos.
El amor incondicional será la puerta para entrar al mundo de la bondad, la humildad, el servicio, la generosidad y tantos otros valores que están latentes en todos los seres humanos.