El rencor distorsiona los valores




Uno de los sentimientos más destructivos que experimenta el ser humano es el rencor; un profundo dolor emocional que surge cuando somos víctimas o creemos serlo.

Si no se reconoce y por lo tanto no se transforma adecuadamente, ese rencor, que es una energía negativa crece adentro y traspasa nuestro mundo personal para destruir el mundo de los demás, todo aquello que consideremos causante de nuestra desgracia. 

El rencor somete y a la vez hace que una persona sea manipulable y poderosa; muchas guerras se alimentan precisamente de eso, de sembrar rencor en campos preparados con fervor nacionalista o fundamentalismo religioso.

Y el rencor parece contagioso y hereditario, cuando no se transforma se propaga a todo un clan y puede pasar a las siguientes generaciones, a veces amplificado.

Es posible transformar el rencor y convertirlo en energía sanadora, pero hay que permitir que se exprese el dolor, que salga la ira y que el ser retorne humildemente a la aceptación de los hechos que se escapan a su control para entender que todos nos equivocamos y que formamos parte de un universo más grande y misterioso en el que la lógica no existe.

Gran parte del dolor frente a una situación de maltrato o desgracia proviene de creencias dañinas, como creer que Dios castiga en vez de asumir que hemos fallado y que todo lo que damos regresa, porque el universo no se queda con nada, todo lo devuelve. 

Preferimos culpar a Dios que hacer conciencia de nuestras fallas o de las fallas de nuestros antecesores, porque muchas veces no las conocemos, son cosas que se ocultan en las familias.

Si queremos cultivar nuestros valores y fomentar valores en los otros, entonces promovamos el perdón, la comprensión y la alineación con los planes divinos que no siempre resultan de nuestro agrado pero están ahí para que aprendamos alguna lección.


"No dejes que se muera el sol 
sin que hayan muerto tus rencores"
Mahatma Gandhi
Político y pensador de la India
1869 - 1948