Uno de los "hábitos" (probablemente aprendidos por imitación), que tenemos que transformar es fijar límites sin parecer ogras.
Es como si tuviéramos instalada una aplicacion que nos hace enojar a la hora de corregir o de enseñar a niños y niñas. Y si la vemos como una aplicación, entonces vamos a poder desinstalarla de nuestro sistema interno de creencias. Solo necesitamos estar "conscientes" de cuál es nuestra actitud, desde qué emoción de base los estamos acompañando y cuál emoción se nos dispara cuando debemos indicar un error o bien conceder o negar algo que un niño o una niña están pidiendo.
Es muy importante tener en cuenta la edad y la madurez mental y emocional de cada niño o niña; hay chicos que aparentan ser más maduros, algo que puede ser una estrategia de supervivencia.
Corregir no debe ser un acto violento, si queremos ser escuchadas por niños y niñas, debemos aprender a fijar límites sin perder la dulzura. Y debe ser sincero, de lo contrario, ellos perciben la falsedad y pueden reaccionar en contra.