Firmes pero dulces

 

Uno de los "hábitos" (probablemente aprendidos por imitación), que tenemos que transformar es fijar límites sin parecer ogras.

Es como si tuviéramos instalada una aplicacion que nos hace enojar a la hora de corregir o de enseñar a niños y niñas. Y si la vemos como una aplicación, entonces vamos a poder desinstalarla de nuestro sistema interno de creencias. Solo necesitamos estar "conscientes" de cuál es nuestra actitud, desde qué emoción de base los estamos acompañando y cuál emoción se nos dispara cuando debemos indicar un error o bien conceder o negar algo que un niño o una niña están pidiendo.

Es muy importante tener en cuenta la edad y la madurez mental y emocional de cada niño o niña; hay chicos que aparentan ser más maduros, algo que puede ser una estrategia de supervivencia.

Corregir no debe ser un acto violento, si queremos ser escuchadas por niños y niñas, debemos aprender a fijar límites sin perder la dulzura. Y debe ser sincero, de lo contrario, ellos perciben la falsedad y pueden reaccionar en contra.

"La dulzura, cuando es sincera, 
es una fuerza invencible".
Marco Aurelio