La medida de los valores



Los valores como todo en la vida, son relativos y deben practicarse en su justa medida, porque los valores están muy conectados con nuestro bienestar.

El indicador más claro de que estás practicando un valor en exceso o te estás quedando corto es el SUFRIMIENTO. Si sufres y te quejas ante una responsabilidad, entonces hay que revisar si es que verdaderamente no te corresponde. Si sufres por no decir lo que piensas, puede ser un exceso de prudencia y consideración con el otro, que a la larga terminará enfermándote. Si eres el "héroe" de la familia y siempre sales al rescate a lo mejor estás buscando reconocimiento, aunque te engañes porque te reconocen como solidario.

Cuando una persona dice que es "muy" responsable, probablemente se hace cargo de cosas que no le corresponden a veces para remediar una culpa o para generar alguna; y cuando dice que es "muy" sincera, puede ser que se escude en esa supuesta virtud para herir a los demás porque en el fondo guarda un resentimiento. 

Detrás de cada exceso o defecto en los valores existe una carencia afectiva, aunque toma tiempo detectarla, asumirla y trabajarla a conciencia.

Además de saber la medida precisa de un valor, es muy importante saberlos combinar, por ejemplo a la sinceridad agregarle prudencia y caridad, para no lastimar con verdades que no hacen bien.

Los grandes dilemas morales de la vida cotidiana pasan por no saber practicar los valores en las dosis adecuadas y por no tener en cuenta que nadie es honesto o responsable, simplemente actúa con mucha o poca honestidad y con mucha o poca responsabilidad ante determinadas situaciones.

De ahí se deriva otro factor crítico y es el juicio ajeno, porque para los demás uno "debería" haber hecho tal o cual y siempre habrá quejas porque hizo poco o porque hizo mucho.

¿Cuál es entonces la medida precisa de los valores? Lo que te indique tu corazón, ese infalible detector de mentiras que tenemos los seres humanos. 

El corazón no miente, así que manos a la obra a evaluar y admitir cómo te sientes frente a la responsabilidad, la generosidad, la sinceridad, el respeto y otros valores que sientes que estás practicando más de lo que deberías o menos de lo que quisieras. 

Si el problema es exceso de responsabilidad y estás sobrecargado con deberes ajenos, pues a liberarte de lo que no te corresponde; recuerda mezclar un poco de prudencia y mucho humor para que el traspaso de compromisos sea bonito.

Es relativamente fácil determinar cuáles valores son los que necesitamos y en qué medida debemos practicarlos, sólo basta observar el estado de ánimo propio y el de quienes comparten nuestra vida. Si nos estamos sobrepasando con la "sinceridad" y todo el tiempo le cantamos las verdades a los demás, quizás ya no tienen ganas de escucharnos; si estamos asumiendo las responsabilidades sin seriedad, probablemente hay alguien enojado con nosotros.

Cualquier valor que se tome en exceso o por defecto, se convierte en anti-valor; mucha responsabilidad puede llega a ser totalitarismo, poca responsabilidad abandono, mucha sinceridad puede ser crueldad, baja sinceridad hipocresía.

Hasta la bondad practicada en exceso se puede convertir en tontería y caemos redondos en la manipulación ajena.

Los valores ante todo deben servir para la felicidad y cuando se practican en equilibrio traen grandes recompensas, la más importante, un corazón contento.

"La mucha luz es como la mucha sombra: 
no deja ver".
Octavio Paz
Poeta y ensayista mexicano
1914 - 1998