Tiempo de transparencia

¿Estamos realmente preparados para llevar una vida transparente? Pienso que no, que debemos trabajar incansablemente en entender lo que significa, para lograrlo.

Culturalmente estamos acostumbrados a "tapar" lo malo y a mostrar sólo lo bueno. No obstante, aquello que escondemos en algún punto nos parece malo o tiene algo que nos avergüenza, es un buen síntoma de que nuestro indicador interno de Ética funciona.

El ser humano tiene el ideal de perfección grabado en su memoria genética, por eso le cuesta tanto reconocer errores, siempre quiere aparecer ante los demás como intachable, por eso también se vale de enfermedades o dificultades para obtener algún tipo de justificación por los errores que comete. 

Enfermar o atravesar obstáculos es una forma de pedir compasión o atención y justo en esa dinámica nos enredamos; puede ser que nadie nos atienda, que nadie se compadezca y entonces el trabajo es doble porque debemos rectificar el error que sea y además reparar los daños físicos bien sea en nuestro cuerpo o en nuestra vida.

Estamos en la Era de la Transparencia; los jóvenes y los niños de este tiempo saben leer el alma y reconocen cuando un adulto engaña.

Algunos adultos también pueden reconocer la falsedad, especialmente quienes estén en un camino espiritual de purificación. Su corazón puede llegar a estar tan puro que no resiste el engaño a su alrededor y entonces la enfermedad o las dificultades son la manifestación del rechazo hacia lo negativo.  Igual que un cristal que refleja y sólo permite el paso de la luz.

No hay mucho que pensar, o actuamos con transparencia o nuestra vida se oscurece.



Transmitir valores

Para ser un transmisor de valores sólo se requiere fijarse en lo bueno; cambiar el hábito de la queja constante, dejar de mirar la fallas para pasar a reconocer los aciertos.

Actuar con comprensión frente a los errores, aún aquellos que desencadenan en situaciones difíciles e irreparables.

Todos estamos aprendiendo, ninguno sale vivo de este juego, entonces lo mejor es que lo disfrutemos y que lo disfrutemos al máximo, entendiendo de verdad que somos transeúntes, que estamos de paso y que tenemos un tiempo determinado para hacer algo bueno.

Cada cual tiene sus propios ingredientes y no existe una única receta; cada cual es libre de cocinar su plato de sufrimiento o felicidad. Y para los que se animan a hacer un plato feliz, todo lo que hay en casa es bueno.

Amar, crear y servir son las asignaturas compartidas, pero cada cual decide cómo hacerlo.

Si quieres transmitir bondad haz el bien; si quieres transmitir respeto no causes daño ni sufrimiento, si quieres transmitir generosidad, comparte. Si quieres transmitir responsabilidad, hazte cargo de tu decisiones y si quieres transmitir libertad, no sometas ni manipules a nadie.

Los valores no se transmiten con discursos sino con acciones.

Contacto:
Beatriz Vásquez Gómez
creatriz@gmail.com
0054 911 3926 3882
Buenos Aires Argentina