Los valores, no sólo inciden en la calidad de nuestra convivencia con otras personas, también tienen un alto impacto en nuestra salud y en general en la armonía de nuestra vida.
Los humanos irradiamos energía electromagnética, es por eso que nos pueden hacer electrocardiogramas, electroencefalogramas y otros diagnósticos de resonancia magnética. Cuando faltamos a los valores, por ejemplo, cuando decimos una mentira, se produce una especie de descarga energética que impacta directamente en nuestro cuerpo y nuestra área vital, los ambientes en los que nos desenvolvemos.
Al mentir, hay una incoherencia entre lo que pensamos, lo que decimos y lo que hacemos y nuestra conciencia, que actúa como un sistema de alerta, lo detecta. La mentira llega al alma y distorsiona el cuerpo, es por eso que una persona que miente sistemáticamente termina manifestando dolencias físicas.
En un sentido inverso, las alteraciones de salud son una evidencia de que hay valores desajustados, puede ser por exceso o por defecto, porque los valores también tienen escalas particulares, cada cual sabe cual es su medida de bondad o responsabilidad según el bienestar o el malestar que experimente.
En consecuencia, no basta con querer ser bueno, ante todo es urgente saber discernir y entender de manera consciente el valor de la bondad o cualquier otro valor derivado.
Si quieres tener buena salud física, mental y emocional, y deseas que tu campo energético sea transparente, comprométete contigo mismo a actuar con valores, que equivale a decir la verdad, a asumir tus responsabilidades, a prestar ayuda al que te lo pide, a respetar la dignidad y los bienes de los demás, a colaborar, a actuar con humildad y muchas otras acciones que reflejan en últimas tu grado de amor por el prójimo, principio y fin de todos los valores humanos.