Sin libertad no hay felicidad

La libertad tiene un altísimo valor para el ser humano; es un ideal y un principio, al menos para sociedades evolucionadas que defienden la dignidad humana.

Es un ideal, porque ninguna persona alcanza la libertad total, lo primero que la limita es su cuerpo y los recursos básicos para mantenerlo tales como alimento, abrigo y afecto, que lo hacen dependiente de otros, tanto en sus primeros años de vida como en la etapa de la vejez.

Quizás la libertad con la que soñamos se podría interpretar mejor desde la visión del RESPETO, poder hacer lo que realmente nos apetece sin que seamos juzgados ni estemos condicionados a ser aprobados y  amados por otros. 

Como principio, la libertad es el pilar de la Democracia, es decir un sistema de gobierno basado en la participación y el respeto por todas las formas de ser y hacer. 

El límite de las actuaciones individuales es el bien colectivo; no obstante, este concepto también se presta para tergiversar el verdadero valor de la libertad, porque se antepone una falsa bondad para encarcelar a alguien "por su bien".

Nadie encarcelado puede hacerse responsable, pues está sujeto a la voluntad de sus carceleros. Lo único que le queda al encarcelado es cuestionar la razón para haber perdido su libertad y si se sabe culpable aceptar su condena. ¿Y si se sabe inocente?

También se da que el humano es privado de su libertad mediante el engaño, se le confina diciéndole que eso trae un mayor beneficio, al tiempo que se le cortan las alas, sabiendo que una vez se abra la celda no podrá ir muy lejos. 

Hay que prestar mucha atención porque la libertad es un valor que se obtiene por el coraje y se pierde por la ignorancia.

"Velad 
para que 
no os 
engañen".
Jesús






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