En la infancia, los valores fundamentales del ser humano están intactos; es la crianza basada en viejos modelos de represión y violencia, la que los apaga. Los niños dicen espontáneamente la verdad, pero los adultos la desprecian y hasta la castigan.
¿Cuántos adultos recuerdan con dolor que de niños decían la verdad y de todas formas recibían una reprimenda? ¿Y cuántos creían estar haciendo los deberes pero nunca los hacían como los adultos esperaban y también por eso había castigo?
Al ser humano sano emocionalmente no le gusta la violencia, por eso al descubrir que decir la verdad lo va a conducir a un castigo, empieza a desarrollar el hábito de mentir.
Y con el valor del respeto sucede algo parecido, se tiene la errónea creencia que los bebés no entienden y delante de ellos y aún hacia ellos hay insultos, gritos y malos tratos.
Muchísimas veces los niños son castigados por cosas que los adultos califican de graves cuando en realidad son acciones de ensayo y error para precisamente aprender; el castigo es una práctica dañina para los niños que lo único que deja es resentimiento. El deber del adulto consiste en ACOMPAÑAR CON AMOR para que el niño tenga muchas oportunidades de aprender.
¿Cómo puede entonces una criatura que lleva años presenciando violencia construir para sí mismo el concepto de respeto?
De nada sirve leerles fábulas a los niños ni darles largos sermones de valores si no se les trata con delicadeza, si no se acepta con humildad que ellos son seres más evolucionados y que la obligación de los adultos es proteger esa semilla para que llegue a germinar y dar frutos.
Un gran esfuerzo se requiere de parte de padres y docentes para entender que los niños tienen incorporados los valores fundamentales como bondad, respeto y honestidad y que lo único que se necesita es amor para que puedan reconocerlos y cultivarlos de manera consciente.
Mientras los adultos no se permitan reconocer sus propios valores difícilmente podrán permitir que los valores de sus hijos, nietos o alumnos se expresen.
Estas son algunas pautas que pueden servir a padres y maestros para cuidar los valores de los niños:
- Nunca grite a los bebés ni a los niños; si no puede lograrlo es porque emocionalmente usted no está en condiciones de guiar y necesita estar en equilibrio, busque ayuda terapéutica para dejar de gritar. El grito impide que un niño llegue a incorporar en su vida el concepto de Respeto.
- Oiga lo que oiga, no reaccione inmediatamente en contra del niño o la niña, especialmente si le está contando algo que le pasó o que hizo y lo que quiere saber es si es grave o no.
- Felicite al niño o la niña cuando diga verdad y realice sus deberes; si hay recompensa afectiva será un comportamiento a repetir por parte del niño y se convertirá en hábito.
- No apague la iniciativa de los niños que quieren ayudar con tareas domésticas, especialmente durante la primera infancia muchos quieren llevar los platos y ayudar en la limpieza o en otras rutinas, pero se les dice que no saben hacerlo o que van a dañar las cosas. Permita que lo haga, acompáñelo para que no tenga riesgos y felicítelo cuando haya terminado.
Además de desarrollar algunas pautas de crianza, para cultivar los valores de los niños es fundamental que los adultos estén emocionalmente sanos.
"La violencia es el miedo
a los ideales de los demás"
Mahatma Gandhi
1869 - 1948
Político y pensador indio