¿Honestidad o Respeto?

Cada persona tiene su propia escala de valores; la ha desarrollado de manera inconsciente según su naturaleza, su forma particular de ser, la crianza que ha recibido y sus vivencias, que son únicas.

Además de tener un orden y una preferencia con respecto a los valores, cada cual hace uso de lo que necesita para sobrevivir emocionalmente. 

En una situación de peligro en la que hay que salvar la vida, probablemente se justifique mentir o agredir a otro, todo depende del momento.

Los valores no son cadenas de hierro sino delicados hilos con los que tejemos las relaciones y sostenemos nuestro destino.

Los valores deben ser flexibles pero no negociables, es decir, la honestidad no puede admitir medias verdades, pero una verdad puede ser guardada por respeto a otro. 

Entonces no basta con saber en qué consiste la honestidad o el respeto sino en tener la habilidad de saber cuál debe estar primero en determinada circunstancia.

Es absurdo pretender que un ser humano tenga todos los valores todo el tiempo y en su máximo rendimiento, cada uno tiene un valor más desarrollado que otro y hace uso del que cree oportuno.

Es por eso que juzgar no cabe en un proceso de iluminación o de despertar de conciencia, cada cual está en un momento propio de evolución y los demás también.

No obstante, los valores tiene una ruta, una secuencia, y en realidad si tuviéramos incorporada la bondad, los demás vendrían solos. Con la sola intención y el compromiso de hacer el bien seria suficiente entonces para actuar con respeto y con honestidad.

Si nos dieran a elegir entre la verdad o el buen trato, me atrevo a afirmar que la opción sería ser bien tratados y después que venga todo lo demás.

De ahí la importancia de mantener la atención en tratar bien al otro, en escuchar, en no actuar con violencia, para que puedan manifestarse otros valores.

Aún la verdad más cruda y más amarga puede ser mejor digerida si estamos en una vibración de paz, de entendimiento.

Para llegar al respeto hay que pasar por la humildad; admitir que somos iguales aunque nuestros pensamientos y emociones sean distintos, y abrir el espacio para todos.

Podemos resistir el vivir engañados pero no maltratados, así que si en algún momento se enfrentan la honestidad y el respeto, el respeto, puede ser la puerta que conduce a la verdad.


"La integridad de un hombre 
se mide por su conducta, 
no por sus profesiones".
Juvenal
Poeta romano
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