"A nadie le gusta que le digan la verdad", dice la sabiduría popular, pero en el fondo no es cierto, siempre queremos la verdad y no toleramos el engaño, las mentiras ni la falsedad.
Conocer la verdad de una situación o de un sentimiento es una necesidad emocional del ser humano; necesitamos decir y saber la verdad para tener armonía interior.
El problema radica en la forma en que hemos aprendido a decir la verdad y a reconocer qué es la mentira. Esto que parece simple, en realidad es un proceso interno que compromete nuestra mente y nuestro corazón y requiere de muchas oportunidades para afinarlo.
Se nota cuando no decimos la verdad, los primeros en darse cuenta son nuestros padres o quienes nos acompañan a crecer; no obstante, las mentiras de la infancia no son perversas ni graves, son ensayos que hay que permitir con dulzura y paciencia.
Puede ser que aun diciendo la verdad no nos creyeron y hasta nos castigaron, no fue una buena experiencia decir la verdad y por eso la mayoría elige el camino de la mentira, creyendo que así protege su integridad emocional.
Saber qué es mentira y qué es verdad toma su tiempo; hasta que alcanzamos lo que llamamos "Conciencia", que podemos tenerla despierta para unas cosas pero no para otras.
La mentira es una desarmonia, significa negar o alterar la realidad, aunque no siempre es tan premeditada como imaginamos ni tiene la mala intención que creemos.
Por lo general la justificación de las mentiras de los adultos es evitar un daño en el otro; pero el daño de todas formas se produce, porque cuando decimos mentiras liberamos un tipo de energía que es percibido por los demás.
Quien vive en el engaño y la falsedad es una persona alterada emocionalmente porque gasta mucha energía en fabricar y mostrar una la realidad que no existe.
Vivir en la verdad requiere mucha práctica y compromiso pero es fácil, consiste en no decir ni una sola mentira, ni grande ni chica.
Conviene recordar que cada cuál tiene un pedazo de la realidad y ese pedazo se convierte en su verdad; por eso hay escuchar con paciencia los otros puntos de vista y tenerlos en cuenta, si queremos una verdad relativamente completa.
Las recompensas de vivir en la verdad son inmediatas y maravillosas, ante todo se obtiene armonía para el espíritu; y con el espíritu en armonía, logramos todo lo que nos proponemos.
"En una época de engaño universal
decir la verdad es un acto revolucionario".
George Orwell
Escritor británico
1903 - 1950